Sobre dios y el Mercado: Una lectura de la Argentina de Javier Milei desde la teoría política de Carl Schmitt y Friedrich Nietzsche.

Por Alejo Marengo

En el presente artículo se busca realizar una aproximación a los autores Carl Schmitt y Friedrich Nietzsche. Nuestro fin es vislumbrar si la sociedad argentina, en el mandato del actual Presidente de la Nación, Javier Milei, se dirige a un fortalecimiento de los conceptos teológicos secularizados como construcción de poder, o por el otro lado, hacia una profundización del nihilismo político. ¿Los discursos y las acciones del poder Ejecutivo Nacional son verdaderamente mesiánicas o son guiadas por la convicción del rechazo de lo que desde allí se considera el “status quo”? Presentaremos dos lecturas posibles sobre la figura de Javier Milei, que quizás a primera vista sean contradictorias o sin una relación aparente entre las mismas.

Milei nietzscheano

En un primer momento pasaremos a desarrollar la relación entre la figura de Javier Milei y la escalera de crueldad religiosa desarrollada en Más allá del bien y el mal (1983), en conjunto a las tres transformaciones del espíritu expuestas en Así habló Zaratustra (1997).

“Tres transformaciones del espíritu os menciono: cómo el espíritu se convierte en camello, y el camello en león, y el león por fin en niño.” (Nietzsche, 1997, p. 53) El camello, quien lleno de convicciones lleva en su espalda lo más pesado, “carga con el espíritu de las cargas”, trae consigo a los filósofos del pasado. La segunda transformación es solitaria, individualista y busca, más que cualquier otra cosa, la “libertad”. Por último, el único con capacidad de afirmar, de proponer y de crear es la tercera figura, la forma del niño.

La primera mención es a las religiones prehistóricas. Además de animales, “(...) La gente sacrificaba a su dios seres humanos, acaso precisamente aquellos a quienes más amaba” (Nietzsche, 1983, p. 80). Vemos el sacrificio de lo atesorado terrenalmente como tributo a una causa de importancia mayor. En el segundo peldaño encontramos la época moral de la humanidad “la gente sacrificaba a su dios los instintos más fuertes que poseía, la ‘naturaleza’ propia” (Nietzsche, 1983, p. 80). Profundizando en la idea del hombre antinatural. Aquí la idea de naturaleza es indiferente a la vida, no podemos evitar caracterizarla, pero nada hay en ella que nos esté “esperando”, por lo que nada existe en la vida del hombre que tenga sentido, más allá de las ficciones que creemos sobre ella.

¿Qué queda entonces por sacrificar? “Sacrificar a dios por la nada” para posteriormente “adorar la piedra” del sacrificio (Nietzsche, 1983, p. 81). para pasar al ateísmo en estado puro, sin promesas, sin obligaciones, sin garantías. Bueno, solo una, la garantía de que no habrá sentido.

Hasta este punto podríamos hacer una equiparación de los sacrificios necesarios para la creación de un Estado Nación. Donde los sacrificios terrenos son equiparables a tributos o impuestos y los instintos harían referencia a los impulsos o deseos reprimidos en pos del cumplimiento de la norma. Pero entonces “¿Qué queda todavía por sacrificar?... Sacrificar a Dios por la nada” (Nietzsche, 1983, p. 81). El “Dios Estado” deberá ser ofrendado en su propio altar de sacrificios para pasar a la adoración de la piedra, de las fuerzas de la naturaleza… del Mercado.

Se presume que Argentina cuenta con un sistema democratico altamente eficiente, capaz de elevar demandas en lo que se considera cortos periodos de tiempo. Existe la efectiva posibilidad de formar un partido y conquistar el Poder Ejecutivo Nacional en menos de lo que dura un mandato Presidencial. El propio sistema democratico se ha vuelto tan transparente que permite elevar reclamos que van en contra de sí mismo. El sacrificio del Estado, por lo menos como lo conocemos, por medio de las propias herramientas del Estado, a cambio de “nada”. Se pasa entonces al tercer escalón de la crueldad religiosa: la adoración de la nada, de la naturaleza a la cual le somos indiferentes, la veneración del Mercado.

Esto a su vez está íntimamente relacionado con una de las tres transformaciones del espíritu: el León. “Crear valores nuevos - tampoco el león es capaz de hacerlo: más crearse libertad para un nuevo crear - eso sí es capaz de hacerlo el poder del león.” (Nietzsche, 1997, p. 54). El león, es aquí, la figura que articula el “No” más profundo. Frente a la figura de la tradición y la defensa de las instituciones establecidas, el león se le antepone ahondando en el nihilismo y llevándolo hasta sus últimas consecuencias. Continuando con la comparativa: el gobierno no propone más allá del deshacer, el Estado es interpretado como un peso: “(...)estamos llevando el plan de reformas estructurales más ambicioso de la historia para sacarle la bota del Estado del cuello (...)” (Milei, 2024).

El nihilismo se revela en la ruptura despreocupada, incluso festiva, de un pacto social con los demás y con las generaciones venideras que manifiesta en el discurso y la conducta cotidiana, especialmente en la derecha, aunque no solo en ella. (Brown, 2023, p. 19).

Muchos de los discursos de la actual gestión y su respectivo apoyo, nos hacen cuestionarnos acerca de la previa existencia de un “pacto social” tan estable como se creía. La idea de una necesaria narrativa Nacional, reproducida formalmente en las instancias de formación primaria y secundaria, se ve debilitada ante cuestionamientos tales como: lo que pasó “realmente” en el periodo de la última dictadura cívico militar, el concepto de soberanía, la educación sexual en las escuelas y la relevancia de la enseñanza pública. Hasta llegar al punto de, tentativamente, debatir el matrimonio igualitario. A esto se suman los esfuerzos en poner el foco de la discusión sobre narrativas varias de lo que entendemos, o entendiamos, como democracia en un sentido amplio.

El Estado, según el nuevo discurso oficial, no es entendido como dador de derechos y libertades, no viene a garantizar sino a restringir, siguiendo la idea de libertad negativa apoyada por el libertarianismo. En este contexto, la actividad política viene a significar una carga necesaria para aquellos que la practican, es imperioso “meterse en el barro de la política”

“(...) la política era una actividad deleznable, pero se hacía necesario participar para cumplir con una ‘misión’ que, en el caso de Milei, no consistirá en ‘guiar corderos, sino en despertar leones’, no en cuidar un rebaño, sino en sacar del letargo al individuo liberal adormecido en cada ciudadano argentino.” (Semán, 2023, p. 61)

Milei schmittiano

Gran parte de la legitimidad del actual Presidente descansa en la idea de un futuro prometido. Viéndose reflejado en la idea del sacrificio del presente a cambio de una “luz al final del camino” (Milei, 2023). ¿Nos encontramos ante un gobierno al cual deberíamos entender desde nuestros modernos manuales de ciencia política? o por el contrario ¿Se encuentran las respuestas a sus motivaciones en antiguas y sagradas escrituras?

La construcción de poder a través de discursos teológicos es una herramienta que no escapa al jefe de Estado argentino. “No es casualidad que esta inauguración presidencial ocurra durante la fiesta de Hanukkah, la fiesta de la luz, ya que la misma celebra la verdadera esencia de la libertad.” (Milei, 2023). Encontramos numerosas ocasiones en las que el Presidente Javier Milei utiliza, incorpora y hace propias instancias o metáforas religiosas. (Gessaghi, 2024). Con esto no queremos reducir erróneamente a la teología política como una mera amalgamación de alegorías religiosas en el ámbito político, sino que buscamos poner en evidencia la tesis de Schmitt, por la cual el mundo moderno no es tan secularizado o racional como podríamos pensar:

Veremos la vasta gama de significados que asume la expresión ‘teología política’, que indica siempre la imprescindible relación de la política con la esfera teológica y expresa constantemente la más neta oposición a la pretensión liberal de realizar una plena neutralización de la teología política a través de lo que se denomina la Gran separación moderna (liberal, racional) entre lo teológico y lo político. (Galli, 2011, p. 62)

Creo que dentro de este uso discursivo de lo religioso podemos vislumbrar algunos mecanismo y concepto de Schmitt que expusimos previamente: Es la opinión de este trabajo que Javier Milei ha encontrado un modo de lidiar con la tensión schmittiana entre la decisión y la técnica en al modernidad a través de su particular ejercicio de la decisión. Además, quizás será capaz de “resolver” el ciclo de desorden creador de orden del que habla el autor. Dando fin a esta vuelta constante entre el estado de excepción, que da a luz a un soberano, creador de un nuevo orden fáctico, con la promesa de una solución definitiva.

Existe, a nuestros ojos, una contradicción entre el uso de lo teológico como motivación de sus acciones y su propio culto a la técnica, que sin embargo en Milei encuentra una superación desde la práctica. Un individuo que se define como profundamente espiritual pero que al mismo tiempo cree que es posible resolver los principales problemas de un país por contar con un posgrado en economía. La convivencia de ambos factores en su figura le permiten conglomerar alrededor suyo a un amplio espectro de la “derecha”, uniendo en un mismo frente a tecnócratas y conservadores.

A su vez, la posición discursiva de que en todo momento estamos al borde de un abismo, el cual no somos capaces de vislumbrar, siempre a las puertas de la peor crisis de la historia Argentina de los últimos tiempos, nos mantiene en un constante aparente estado de excepción. Esto nos remite a la figura schmittiana del Soberano. Podemos ver este ejercicio de poder en la excepción, en la intermitente implementación de los decretos de necesidad de urgencia, haciendo énfasis en el 70/23: “Con el DNU 70/23, el PEN se atribuyó facultades extraordinarias como nunca antes había sucedido. Declaró la emergencia pública en materia económica, financiera, fiscal, administrativa, previsional, tarifaria, sanitaria y social hasta el 31 de diciembre de 2025.” (Litvachky, 2024). De esta manera podemos visualizar como no solo establece discursivamente el estado de excepción, sino que lo consolida formalmente.

Vemos dos elementos de la soberanía en Schmitt: Soberano no solo es quien decide en estado de excepción, sino también de cuando se trata de un estado de excepción. Según la narrativa del Presidente, el país en todo momento se está enfrentando a una de las peores crisis de su historia reciente, y es necesario, para poder enfrentarlas, la entrega de facultades delegadas a su figura. Discurso que se hace presente en las reiteradas alusiones a que el congreso sólo frena la decisión sin retorno que los argentinos tomaron en las elecciones presidenciales del 2023.

¿Nos encontramos atravesando tan terrible crisis? Es necesario para la narrativa de la gestión actual seguir diciendo que sí, por lo menos en este tema, para no perder las facultades extraordinarias que le han sido otorgadas.

Conclusión

En el caso de Javier Milei nos fue de interés poner en práctica dos modelos que, en relación a este tema, nos podrían parecer distantes. La apelación a la fe, junto a la decisión política, conviven con la sumisión a la técnica y al Mercado como únicos ordenadores de la realidad. El discurso presidencial oscila entre la exaltación de su decisión como soberano y las fuerzas de la naturaleza del Mercado.

Si bien los autores presentados en este trabajo parten de marcos teóricos diferentes, encontramos puntos de encuentro en sus críticas al vacío dejado por la secularización y la autonomía de la técnica y el Mercado. La lectura de ambos autores nos permite entrever un fenómeno común: la falta de fundamentos de la modernidad y sus implicaciones en la política

En Nietzsche, el nihilismo se manifiesta como la destrucción (necesaria) de valores tradicionales sin la capacidad de crear nuevos. El sacrificio del Estado en pos del Mercado, según la lectura aquí planteada, nos llevaría a la adoración de la nada. En Schmitt, la autonomía de la técnica implica el intento de reemplazo de la decisión soberana como fundamento del orden político, generando un vacío que puede ser llenado por creencias mesiánicas.

Ambos autores coinciden en que la "nada" como principio rector de la organización política es negativa, ya que implica una abdicación de la capacidad humana de dar sentido. Nietzsche (1983) al exponer la Moral de rebaño critica fuertemente a una sociedad pasiva, que se somete a estructuras tradicionales, sin voluntades creadoras. Sin embargo, también condena la simple expansión de la nada, por lo menos como fin en sí mismo, pues él, a diferencia del máximo mandatario de nuestro país, entiende a esta etapa como tan solo un momento necesario para la destrucción de la herencia de los filósofos del pasado. Por su parte, Schmitt (2009) señala que la autonomía de la técnica tiene el fin de la eliminación de la decisión soberana, dejando a las sociedades ante un orden impersonal.

Finalmente, la problemática planteada en este trabajo deja abierta la reflexión sobre las formas en que la política enfrenta el vacío dejado por la secularización y la autonomía de la técnica. Y con la incógnita de si la sociedad argentina contemporánea terminará por generar nuevos valores (Esta vez sin olvidar el origen de las verdades concebidas) o si seremos capaces de regresar a la normalidad fáctica. No descartamos la posibilidad de que se consolide un nihilismo político en el que la "nada" del Mercado y la técnica se conviertan en el nuevo dogma, relegando a la política, a la gestión de lo inevitable, hacia lo que no es.

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